En una etapa histórica en la que la actividad pública quedaba restringida a minorías, como corresponde a un régimen liberal con grandes carencias democráticas, el estudio de los dirigentes políticos, de las élites, adquiere una especial relevancia, sobre todo cuando nos fijamos en representantes de la casta política generalmente vinculada al poder, como es el caso del egabrense Martín Belda estudiado por José Maria Garrido Ortega en el libro "Martín Belda, un político al servicio de Isabel II", fruto de un trabajo de investigación que mereció el premio Juan Valera 2002 y que ahora edita, en dos volúmenes, el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba en colaboración con el Ayuntamiento de Cabra.
Como cuenta el autor en la Introducción, partiendo de una posición social modesta y sin más estudios que los elementales Belda se forjó una sólida y destacada posición entre los políticos del partido moderado hasta alcanzar la presidencia del Congreso de los Diputados y la cartera ministerial de Marina. Sin convicciones preconcebidas y con un acusado pragmatismo supo granjearse la voluntad de los poderosos y formar una tupida red de intereses clientelares en el sur de la provincia de Córdoba, lo que le permitió ser el diputado natural del distrito de Cabra durante más de 30 años. Fue también un arquetípico valedor de los intereses de la nueva clase resultante del trasvase de tierras vinculadas tras el proceso desamortizador, la burguesía agraria, a la que en cierta medida se incorporó al formar un relevante patrimonio rústico en Cabra y llevar a cabo un provechoso matrimonio que le vinculó a una familia de la burguesía mercantil. Llegada la Restauración recibió de Alfonso XII el título de marqués de Cabra, en agradecimiento por los servicios prestados a Isabel II y sus desvelos en pro de la restauración de los Borbones.
Aunque político de relevancia secundaria, las vicisitudes personales de Martín Belda, engarzadas en el contexto histórico de la época, permiten presentarlo como paradigma de una clase política y de una trayectoria que se da en otros muchos políticos conservadores del reinado isabelino. Para ello se ha dispuesto de una fuente documental de excepcional interés, al haberse conservado una valiosa colección de cerca de 500 cartas enviadas por el biografiado a su hombre de confianza en Córdoba, Francisco Moreno Ruiz, y otras tantas de políticos vinculados a ambos. Ellas permiten el acercamiento a las prácticas y vericuetos más íntimos del caciquismo decimonónico y a una mejor comprensión del reinado de Isabel II, ya que la correspondencia privada suple lagunas importantes de las fuentes documentales oficiales, periodísticas, de memorias y recursos etc...…
Al final, en palabras de José Luis Casas, asistimos a un diálogo entre el individuo y su época, en cuyos capítulos se nos suministra información sobre los partidos políticos, sus facciones, sus luchas a la hora de decidir la conformación de gobiernos y la realidad social de una época en la que se consolida en España la revolución burguesa, uno de cuyos exponentes es el propio Belda.