rminio de los moriscos, después, son sólo algunos de los hitos señalados en mayúscula en los manuales de historia. Sin embargo, la historia civil está escrita de acontecimientos bien diferentes a los grandes capítulos políticos o científicos. En Andalucía, el siglo XV fue el siglo de las grandes epidemias de peste. Sevilla, Málaga o Granada vieron perecer a miles de súbditos mientras los Reyes Católicos trataban de culminar la conquista de Al Andalus.
En Córdoba, el año 1488 está marcado como el año más negro de finales del siglo XV debido a la peste bubónica que asoló la ciudad. Sólo unos años después de haber sido el centro neurálgico de la corte cristiana, la ciudad padeció una enfermedad de la que poco se sabía hasta la publicación reciente en el Anuario de Estudios Medievales de la investigación de la profesora de la Universidad de Córdoba Margarita Cabrera. Un estudio realizado a partir de los documentos notariales y legajos custodiados por el Archivo Histórico Provincial y según el cual las muertes por peste alcanzaron su punto álgido en los meses de verano de 1488.
La ciudad se cerró, los nobles escaparon a morir al campo, mientras los notarios no daban abasto para redactar testamentos. De hecho, según Margarita Cabrera existe una notable diferencia en el número de testamentos de los meses de verano (sólo en junio se redactaron 129 y en julio, otros 73) y los habituales en otras épocas (unos 5,75 de media al mes). Además, de los documentos estudiados se han podido deducir dos vías de contagio de la peste. Una, a través de las relaciones comerciales habituales entre Córdoba y Sevilla, afectada por la peste entre los años 1486 y 1487, y otra, a través del contacto con los cautivos musulmanes secuestrados tras la toma de Málaga en 1487.
Las consecuencias de aquella epidemia supusieron, según la profesora Cabrera basándose en los escritos de cronistas de la época como Andrés Bernáldez, una verdadera "catástrofe demográfica" en una ciudad habitada por entonces por unas 25.000 almas. Bernáldez llega a cifrar las muertes en 15.000, aunque los expertos la consideran algo exagerada. Sea como fuere, lo que sí está claro es que la peste no entendía de clases sociales ni religiones, aunque Margarita Cabrera haya encontrado curiosos casos de supervivientes como el del jurado Sancho de Clavijo, que a pesar de haber pasado meses cuidando de su familia enferma logró sobrevivir a la enfermedad.