la Presentación y Santo Tomás de Aquino por lugares emblemáticos del Casco Histórico y calles poco habituales en cualquiera de los recorridos procesionales de la Semana Santa Oficial.
Los nazarenos de la Hermandad desfilaron por primera vez con su nueva vestimenta, una túnica de sayal negro, basada en el hábito franciscano y, como éste, ceñida con un cordón blanco, que en su parte superior incorpora la muceta propia de los trajes académicos universitarios. Lo más singular del nuevo atavío es la gran capucha forrada de saco, que cubre prácticamente todo el rostro dirigiendo la mirada de su portador hacia el suelo, en signo de arrepentimiento, al tiempo que protege al peregrino, al licenciado o al doctor, de las inclemencias del tiempo y aparta al hermano del reconocimiento del mundo y de toda distracción que no sea su camino. Un cubrerrostro de chinz, a modo de bufanda, oculta el rostro de los hermanos que tienen necesidad de ampliar el campo de visión para organizar la procesión.
Portando sus clásicos faroles de mano los cofrades de la más joven de las hermandades cordobesas acompañaron a su Dolorosa, portada por veinte costaleros, tocada con rostrillo y enlutada a la antigua usanza, sobre un paso sin palio ornamentado con iris morados, realizando paradas ante los conventos que se hallan en su recorrido y estación menor en la Iglesia de Santa Victoria.