uraleza y con la Madre Tierra fue uno de los núcleos sobre los que la guatemalteca Rigoberta Menchú articuló hoy su intervención dentro de las Jornadas que, sobre Periodismo y Medio Ambiente, vienen celebrándose en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Córdoba.
La intervención de la Premio Nobel de la Paz 1992 abrió el programa matinal de esta reunión propiciada por la Fundación Efe, Enresa y la Universidad de Córdoba, a los que en esta ocasión se sumó también el Club Unesco, en la que la líder indígena centroamericana consideró a la vida y la Tierra como algo inseparable " pero para entenderlo así hay que propiciar un cambio en nuestras formas de vida y comprender que el futuro del planeta está marcado por ellas."
Menchú analizó el papel de los pueblos indígenas en el mantenimiento de la biodiversidad ejemplificándolo en la red de comunidades indígenas que viene funcionando en lugares como Chiapas, Oaxaca y Michoacán dentro de un corredor biológico mesoamericano en el que los recursos naturales son utilizados de forma sostenible, se recuperan e intercambian conocimientos y se incrementa el número y variedad de los productos que se ofertan, " lo que demuestra que no somos pobres, sino que nos empobrecen". En su intervención la conferenciante repasó la amplia gama de problemáticas que afectan a las comunidades indígenas de todo el mundo, entre las que citó la necesidad de que los beneficios derivados de patentes obtenidas como consecuencia del aprovechamiento de recursos naturales autóctonos reviertan en sus poblaciones de origen o la de que los tratados sobre conservación de la biodiversidad o los programas de la ONU para garantizar el acceso a los recursos genéticos se lleven de verdad a la práctica. " La propiedad industrial va depredando lentamente no sólo nuestros recursos sino también nuestro futuro", afirmó.
Menchú calificó el agua como futuro "oro negro" y denunció cómo ya se están comprando yacimientos de ella, si bien el problema de las comunidades indígenas en buena parte del mundo no es sólo un problema de agua o de comida, sino que va más allá. "Es una cuestión también de aire, de identidad, de autoestima y de armonía con el entorno, dentro de una concepción ancestral de relación con la Naturaleza que solo los indígenas originarios del planeta conservan". Para recuperarla y propiciar un desarrollo sostenible y justo requirió un papel mucho más activo de los medios de comunicación, renunciando al sensacionalismo que suele acompañar a las noticias medioambientales y abordando más los temas fundamentales y los problemas de fondo.
Entre los principales objetivos de su actividad la Nobel de la Paz, de origen maya, se refirió muy especialmente a la necesidad de recuperar también la identidad de las víctimas del genocidio sufrido por su país - en el que perdió a su madre y dos hermanos- cuyos restos se hallan desperdigados en cientos de fosas colectivas de las que en la actualidad comienzan a ser exhumados, una vez localizadas. " La Madre Tierra ha cobijado así, una vez más, a miles de personas, cuyos nombres ahora resurgen para dignificar una cultura milenaria".