El catedrático de Genética de la Universidad de Córdoba, José Ignacio Cubero, y la profesora Teresa Millán, junto a su equipo de investigación, Mejora genética vegetal, y Ana Mª Torres Romero, investigadora del IFAPA, han conseguido localizar zonas del genoma de las rosas relacionados con caracteres como la presencia o no de espinas o el número de pétalos.

Los investigadores cordobeses están elaborando el mapa genético de estas flores a partir de un programa de cruzamientos entre diferentes especies y diseñan marcadores destinados a detectar variaciones de caracteres relacionados con la resistencia a enfermedades, con la eliminación de espinas, con el porte y el color, o con el tamaño y tipo de flor.

"Estudiamos los caracteres genéticos, la herencia de los caracteres que son importantes en el cultivo de la rosa", asegura Teresa Millán. La UCO ha trabajado con la empresa sevillana Universal Plantas. Comenzaron con estudios de identificación varietal. "Queríamos realizar estudios de ADN para distinguir las variedades registradas y ayudar a proteger los derechos del obtentor, algo así como una prueba de paternidad para la planta", aclara.

Por los que a enfermedades se refiere, con estas modificaciones genéticas se puede atajar, entre otras, el idio, producido por un hongo cuyo síntoma es un polvillo blanco o gris claro en las hojas y el tallo.

"Los métodos que empleamos se pueden aplicar a cualquier especie vegetal cultivada y por supuesto a otras flores", añade Teresa Millán. No obstante, explica, "en realizar el mapa genético de cualquier especie se tardan años, porque es bastante complejo llegar a conocer los genes que controlan las características morfológicas".

En la actualidad existen unos 30.000 rosales distintos. Destacan sus usos en perfumes. aAdemás es muy extendido también su uso ornamental, en jardines e interiores de los hogares.

( Innova Press)