Como consecuencia de su inexperiencia e inseguridad, cuando los chicos y las chicas inician sus primeras relaciones sentimentales recurren a una serie de estrategias (empujones, chistes, bromas, insultos...) para afrontar una situación que no saben manejar. En ocasiones, estas estrategias no se quedan en el inicio de la relación, sino que también se dan dentro de la misma, normalizándose y agravándose. Es lo que se conoce como dating violence o violencia en las relaciones adolescentes, en la que está implicada el 30% de la juventud, según un estudio realizado por las investigadoras del LAECOVI Carmen Viejo, Rosario Ortega Ruiz y María Sánchez Zafra del Departamento de Psicología de la Universidad de Córdoba.
A partir de una encuesta realizada a casi 600 adolescentes de entre 12 y 18 años provenientes de las provincias de Sevilla, Córdoba y Málaga, las autoras han identificado cuatro grupos diferentes implicados en violencia según el tipo o la gravedad. El porcentaje mayor de jóvenes, casi un 18%, estaba implicado en violencia psicológica y sexual sutil, mientras que un 5,4% sufrió o protagonizó violencia psicológica y física. Por último, las formas más graves de violencia, que incluyen la psicológica, física o sexual, se relacionó con un 6,3% de adolescentes.
Dentro de estos grupos, ambos miembros de la pareja protagonizaban por igual comportamientos de agresión y victimización en las relaciones adolescentes, confirmándose la bidireccionalidad del dating violence. Sin embargo, a la hora de analizar los resultados de forma global, las autoras sí han comprobado que las chicas se consideran menos víctimas que los chicos, lo que supone un riesgo ya que las chicas pueden acabar normalizando o no considerar como violencia unos comportamientos violentos que sientan las bases de futuras relaciones y pueden ser precursores de la violencia de género, un tipo de violencia que sí sufren solo las mujeres.
La calidad de la relación
Las autoras repitieron la encuesta 6 meses después con la idea de ver si una serie de factores positivos (compañía, comunicación, gestión de las emociones, aprobación, satisfacción) o negativos (conflicto, crítica, comportamientos coercitivos, exclusión, dominación) que definen la calidad de la relación suponen un factor protector o un factor de riesgo para estar implicados en violencia o para pasar de una violencia leve a una grave, y en este aspecto sí hubo diferencias por género.
Para los chicos, que la relación esté marcada por el conflicto supone un factor de riesgo para estar implicados en violencias leves seis meses después, mientras que para las chicas los factores de riesgo son una relación marcada por la presión y la crítica. A la hora de pasar de violencias leves a graves en seis meses, para los chicos es determinante el conflicto y la presión, pero para las chicas solo la presión. Además, para los jóvenes existe un factor protector para no estar involucrados en violencia: el apoyo emocional.
Pistas para la prevención
Los resultados del estudio, además de ofrecer una visión sobre la realidad de las relaciones entre adolescentes, también ofrecen pistas para tomar medidas preventivas que ayuden a evitar la violencia. Como explica la investigadora Sánchez Zafra, autora de la tesis en la que se basa el artículo, “las investigaciones hasta el momento se venían centrando en un único patrón de violencia. La existencia de perfiles aporta claves para prevenir siguiendo las distintas características de estos”.
Además, la prevención también puede tener en cuenta las diferencias de género y orientarse hacia las variables de calidad que favorecen la violencia o que la evitan. “Las intervenciones que trabajen sensibilizando respecto al conflicto, la presión y la crítica y fomentando el apoyo emocional podrían ser claves para prevenir el fenómeno”, añade Sánchez Zafra.
Todo ello en un contexto donde la inmadurez e inexperiencia, los estereotipos de género, el mito del amor romántico o el uso de las redes sociales y la sexualización del contenido influyen en el desarrollo de la violencia en las relaciones adolescentes fomentándola y normalizándola y, como consecuencia, aceptándola y agravándola.
El artículo, publicado en la revista Behavioral Sciences, es un primer paso dentro de la tesis que está realizando María Sánchez Zafra y que trata de averiguar qué factores hacen que la bidireccionalidad del dating violence se convierta en unidireccional con la violencia de género.
Referencia:
Viejo, Carmen; Rosario Ortega-Ruiz, y María Sánchez-Zafra. 2024. "Dating Violence and the Quality of Relationships through Adolescence: A Longitudinal Latent Class Study" Behavioral Sciences 14, nº. 10: 948. https://doi.org/10.3390/bs14100948.