100 años de Miguel Delibes (1920-2020)
- club-lectura
- Autor del tema
- Fuera de línea
- Administrador
Menos
Más
- Mensajes: 160
- Gracias recibidas: 4
4 años 1 semana antes - 3 años 2 meses antes #116
por club-lectura
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
100 años de Miguel Delibes (1920-2020) Publicado por club-lectura
Este octubre se cumplió el centenario del nacimiento del escritor vallisoletano
Miguel Delibes
(1920-2020), y no queremos dejar pasar la ocasión para repasar la vida y obra de uno de los autores más conocidos y, por qué no, más queridos de nuestro país. ¿Quién no ha leído algo de él, aunque sea como lectura “obligatoria” en el instituto? ¿Quién no ha visto algunas de las muchas adaptaciones al
cine
, o al
teatro
, que se han hecho de sus obras? A priori, tenemos de él una percepción como de alguien familiar, cercano, con pocas extravagancias, recto y severo como buen castellano, amigo de sus amigos y rodeado siempre de su mujer y de sus numerosos hijos, con libros, a priori, de fácil y asequible lectura. Aunque todo esto es cierto, también es verdad que a poco que escarbemos, encontramos aspectos de él que no esperábamos, que nos sorprenden. Vamos a hacer un repaso de algunos de ellos con la ayuda del precioso libro editado por Jesús Marchamalo en Imago Mundi y que lleva por título
El libro de Miguel Delibes
(por cierto, un buen regalo para Navidad). Comenzamos con su relación con el régimen franquista. ¿Sabíais que tuvo muchos problemas con la censura, tanto como escritor como en su cargo de director del periódico “El norte de Castilla” por denunciar la situación de abandono y pobreza en que se encontraba Castilla en los años 50? Por eso, decidió dejar la dirección del periódico y reflejar esta situación en libros como Las ratas. A propósito de su faceta como periodista (en la que empezó siendo caricaturista), le ofrecieron la dirección del periódico El País, pero él la rechazó porque no quiso trasladarse a vivir a Madrid.
Otro aspecto sabido, pero quizá no tan conocido, fue su carácter depresivo, que lo ha llevado a ser considerado como huraño: “La hurañía es algo que me ha caracterizado desde niño. Pero no en el sentido de retirarme y no querer conversar con las gentes; me gusta conversar, lo que no me gusta es conversar a codazos”. Este carácter depresivo se acentuó con la prematura muerte de su mujer, su compañera de vida, Ángeles de Castro (“una mujer, que con su sola presencia, aligeraba el peso de vivir”), a la que dedicó el conmovedor libro Señora de rojo sobre fondo gris, que solo podía haber sido escrito por un hombre profundamente enamorado como lo estaba él. Por cierto, que fue ella, cuando comenzaron el noviazgo allá por los años cuarenta, la que lo introdujo en el mundo de la Literatura, así, con mayúsculas, más lectora que él. Entre los dos coleccionaron libros de clásicos encuadernados en holandesa y conservados durante toda su vida con las iniciales D.C (Delibes de Castro).
Otra curiosidad. Poco amante de las convenciones, el día de su boda, ni él ni su mujer iban vestidos como se esperaba por aquel entonces, sino que lo hicieron sin estrenar ropa y ella sin traje de novia (sus regalos mutuos fueron, una bicicleta para ella y una máquina de escribir para él). Cuando ingresó en la Real Academia, sorprendió a los señores académicos con un discurso sobre lo que hoy conocemos como el cambio climático (“el sentido moderno del progreso”), pues fue, desde muy pronto, defensor de la naturaleza y de la relación equilibrada entre el hombre y la misma (su afición a la caza menor, según él, formaba parte de este equilibrio). Sus aportaciones al diccionario de la RAE consistieron casi siempre en nombres de pájaros, plantas, objetos del mundo rural, en un intento de conservar lo que ya veía él que se estaba perdiendo. Por supuesto que fue gran amante de la vida al aire libre. Desde niño, en su familia y como herencia de “Delibes”, su abuelo francés, cuando apenas nadie lo hacía, se practicaban, además de este tipo de vida sana, deportes como la natación, el fútbol y el ciclismo, del que llegó a ser un buen aficionado. La bicicleta fue el medio de transporte utilizado para ir a ver a Ángeles, por entonces su novia, durante los veraneos (cada uno lo hacía en un pueblo, a unos cien kilómetros uno de otro).
Sigamos con las sorpresas. Aunque da la impresión de que no saliera de Castilla, Delibes fue un gran viajero, tanto dentro de España como en el extranjero - Estados Unidos, Europa- , y tiene varios títulos que lo atestiguan (USA y yo, La primavera de Praga, Europa: parada y fonda…). Esto le permitió volver a su tierra y verla con otros ojos.
Que se ha leído mucho a Delibes es indudable. Pero ¿se le sigue leyendo? ¿Han perdido vigencia sus libros? Lo caracterizó siempre una gran modestia, reflejada en estas palabras: “Tengo conciencia de mis límites y ya sé que no voy a hacer una novela genial, que de la noche a la mañana un discreto narrador no se va a convertir en un genio. Me exijo, pues, en la medida que yo sé que puedo dar, no más allá”. No sabemos si sus libros son geniales, pero sí que han dado mucho de sí a lo largo de la historia de la literatura española del siglo XX. Desde los primeros títulos como El camino y Las ratas, novelas rurales y con la infancia como protagonista, a La hoja roja, en la que un octogenario y su asistenta deciden unir sus vidas en un matrimonio de conveniencia (y algo más). O qué decir de Cinco horas con Mario (“un libro sin niños, ni pájaros, ni naturaleza; esto es, una novela distinta de las que he hecho hasta ahora”), y que con el paso del tiempo ha adquirido vida propia. Escrita como una crítica a la vida convencional y a la sociedad encorsetada de entonces, representada por la viuda Carmen Sotillos, por arte de magia, y con el paso del tiempo, se convierte en un alegato feminista (con la inestimable ayuda de José Sámano y Lola Herrera en su adaptación al teatro, y por supuesto con el spin-off cinematográfico Función de noche, dirigido por Josefina Molina). También vida propia, y también gracias al cine, ha cobrado Los santos inocentes, en la que Delibes plantea las relaciones entre señores feudales y vasallos en pleno siglo XX: todos vasallos excepto Azarías, el inocente, el santo, “el salvaje” de Rousseau (héroe de la naturaleza sin ningún ribete social), que quedan redimidos (en la adaptación cinematográfica) en las personas de sus hijos.
Y para terminar, su última novela, El hereje, única escrita con tema histórico, que le supuso un esfuerzo en comparación con la escritura de sus primeras novelas: “Mientras El camino me costó solo tres semanas escribirlo, El hereje me ha llevado tres años”. Ambientada en el Valladolid del siglo XVII, plantea el enfrentamiento del individuo frente a la especie, y deja al protagonista en tierra de nadie, quizá como el propio Delibes lo estuvo a lo largo de toda su vida y que, puede que por eso, y por la humildad con que escribió, sigue gustando leer (contestando así a las preguntas que nos hacíamos más arriba).
Como tenemos cerca las vacaciones de Navidad, y vamos a pasar mucho tiempo en casa, además de los libros de Miguel Delibes disponibles en la Biblioteca , os dejamos dos enlaces por si queréis conocerlo un poco más: el programa que le dedicó Imprescindibles de La 2 de RTVE y el catálogo de la exposición organizada este año por la Biblioteca Nacional con motivo del centenario de su nacimiento.
Felices fiestas y que los Reyes Magos os traigan muchos libros y mucha salud.
P.D.: puedes hacer una visita virtual a la exposición de Miguel Delibes
Otro aspecto sabido, pero quizá no tan conocido, fue su carácter depresivo, que lo ha llevado a ser considerado como huraño: “La hurañía es algo que me ha caracterizado desde niño. Pero no en el sentido de retirarme y no querer conversar con las gentes; me gusta conversar, lo que no me gusta es conversar a codazos”. Este carácter depresivo se acentuó con la prematura muerte de su mujer, su compañera de vida, Ángeles de Castro (“una mujer, que con su sola presencia, aligeraba el peso de vivir”), a la que dedicó el conmovedor libro Señora de rojo sobre fondo gris, que solo podía haber sido escrito por un hombre profundamente enamorado como lo estaba él. Por cierto, que fue ella, cuando comenzaron el noviazgo allá por los años cuarenta, la que lo introdujo en el mundo de la Literatura, así, con mayúsculas, más lectora que él. Entre los dos coleccionaron libros de clásicos encuadernados en holandesa y conservados durante toda su vida con las iniciales D.C (Delibes de Castro).
Otra curiosidad. Poco amante de las convenciones, el día de su boda, ni él ni su mujer iban vestidos como se esperaba por aquel entonces, sino que lo hicieron sin estrenar ropa y ella sin traje de novia (sus regalos mutuos fueron, una bicicleta para ella y una máquina de escribir para él). Cuando ingresó en la Real Academia, sorprendió a los señores académicos con un discurso sobre lo que hoy conocemos como el cambio climático (“el sentido moderno del progreso”), pues fue, desde muy pronto, defensor de la naturaleza y de la relación equilibrada entre el hombre y la misma (su afición a la caza menor, según él, formaba parte de este equilibrio). Sus aportaciones al diccionario de la RAE consistieron casi siempre en nombres de pájaros, plantas, objetos del mundo rural, en un intento de conservar lo que ya veía él que se estaba perdiendo. Por supuesto que fue gran amante de la vida al aire libre. Desde niño, en su familia y como herencia de “Delibes”, su abuelo francés, cuando apenas nadie lo hacía, se practicaban, además de este tipo de vida sana, deportes como la natación, el fútbol y el ciclismo, del que llegó a ser un buen aficionado. La bicicleta fue el medio de transporte utilizado para ir a ver a Ángeles, por entonces su novia, durante los veraneos (cada uno lo hacía en un pueblo, a unos cien kilómetros uno de otro).
Sigamos con las sorpresas. Aunque da la impresión de que no saliera de Castilla, Delibes fue un gran viajero, tanto dentro de España como en el extranjero - Estados Unidos, Europa- , y tiene varios títulos que lo atestiguan (USA y yo, La primavera de Praga, Europa: parada y fonda…). Esto le permitió volver a su tierra y verla con otros ojos.
Que se ha leído mucho a Delibes es indudable. Pero ¿se le sigue leyendo? ¿Han perdido vigencia sus libros? Lo caracterizó siempre una gran modestia, reflejada en estas palabras: “Tengo conciencia de mis límites y ya sé que no voy a hacer una novela genial, que de la noche a la mañana un discreto narrador no se va a convertir en un genio. Me exijo, pues, en la medida que yo sé que puedo dar, no más allá”. No sabemos si sus libros son geniales, pero sí que han dado mucho de sí a lo largo de la historia de la literatura española del siglo XX. Desde los primeros títulos como El camino y Las ratas, novelas rurales y con la infancia como protagonista, a La hoja roja, en la que un octogenario y su asistenta deciden unir sus vidas en un matrimonio de conveniencia (y algo más). O qué decir de Cinco horas con Mario (“un libro sin niños, ni pájaros, ni naturaleza; esto es, una novela distinta de las que he hecho hasta ahora”), y que con el paso del tiempo ha adquirido vida propia. Escrita como una crítica a la vida convencional y a la sociedad encorsetada de entonces, representada por la viuda Carmen Sotillos, por arte de magia, y con el paso del tiempo, se convierte en un alegato feminista (con la inestimable ayuda de José Sámano y Lola Herrera en su adaptación al teatro, y por supuesto con el spin-off cinematográfico Función de noche, dirigido por Josefina Molina). También vida propia, y también gracias al cine, ha cobrado Los santos inocentes, en la que Delibes plantea las relaciones entre señores feudales y vasallos en pleno siglo XX: todos vasallos excepto Azarías, el inocente, el santo, “el salvaje” de Rousseau (héroe de la naturaleza sin ningún ribete social), que quedan redimidos (en la adaptación cinematográfica) en las personas de sus hijos.
Y para terminar, su última novela, El hereje, única escrita con tema histórico, que le supuso un esfuerzo en comparación con la escritura de sus primeras novelas: “Mientras El camino me costó solo tres semanas escribirlo, El hereje me ha llevado tres años”. Ambientada en el Valladolid del siglo XVII, plantea el enfrentamiento del individuo frente a la especie, y deja al protagonista en tierra de nadie, quizá como el propio Delibes lo estuvo a lo largo de toda su vida y que, puede que por eso, y por la humildad con que escribió, sigue gustando leer (contestando así a las preguntas que nos hacíamos más arriba).
Como tenemos cerca las vacaciones de Navidad, y vamos a pasar mucho tiempo en casa, además de los libros de Miguel Delibes disponibles en la Biblioteca , os dejamos dos enlaces por si queréis conocerlo un poco más: el programa que le dedicó Imprescindibles de La 2 de RTVE y el catálogo de la exposición organizada este año por la Biblioteca Nacional con motivo del centenario de su nacimiento.
Felices fiestas y que los Reyes Magos os traigan muchos libros y mucha salud.
P.D.: puedes hacer una visita virtual a la exposición de Miguel Delibes
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Última Edición: 3 años 2 meses antes por club-lectura.
Por favor, Identificarse o Crear cuenta para unirse a la conversación.
Tiempo de carga de la página: 0.138 segundos