A estas alturas del mes, ya hemos llorado con el anuncio de la lotería de Navidad y el del turrón que siempre vuelve a casa por estas fechas (también con los de J&B, Amazon y Decathlon); hemos visto las colas interminables en Doña Manolita, el encendido de los alumbrados de Vigo y el de Times Square; los supermercados hace tiempo que están llenos de dulces navideños; hemos sacado el árbol y el nacimiento y en las televisiones y plataformas empiezan a abundar las películas empalagosas en las que todo el mundo al final se vuelve bueno… pero falta algo que se está convirtiendo ya en una más de nuestras tradiciones: la selección de libros del Club de Lectura UCO para leer (y regalar) esta Navidad. Todos, por supuesto, están en la  Biblioteca .
No os preocupéis, que aquí estamos, fieles a nuestra cita. Como siempre, hay un poquito de todo, pero esta vez os los vamos a dejar como si del comienzo de una novela se tratara, un comienzo de esos que abren las ganas de seguir leyendo hasta el final. Allá vamos.
Era Nochebuena. Como siempre, alrededor de la mesa camilla, se sentaba la familia , esperando al diluvio , y pensando que, después de un año y tres meses de pesadilla, por fin los partes meteorológicos anunciaban lluvias. Esta Navidad parecía diferente. En vez de los reproches de siempre, sobrevolaban historias extraordinarias . Las frases frágiles de Irina les recordaban la promesa que le hicieron al tostonazo de su primo para colaborar con aquella ONG, y de paso intentar mejorar y dejar de ser los ingratos que casi siempre fueron. Vengo de ese miedo , dijo entonces Irina, mi Ucrania es un país devastado, allí todo arde , como la biblioteca de fuego, como la llama de Focea ... Las herederas de ese tiempo están aquí, en la ciudad , de forma clandestina , unas con las heridas abiertas, otras cerradas con el cauterio . Entonces, le pidieron que contara como fue su última Navidad. En verdad, no me acuerdo de nada , dijo, solo de papi , cuando en días como hoy, se hacía pasar por el Mago , ese ser misterioso que traía regalos, y nos leía algunos pasajes de El Evangelio . Mientras su pequeño bonsái seguía junto al ventanal ajeno a todo, ya al fondo presentíamos la que poco después sería la ciudad expoliada , como en un bucle invisible retorciéndose sobre sí misma, y cubierta por ese cielo rojo que tanto nos recordaba al cielo roto de Shanghai. Retratarte , me dijo de pronto papá, eso es lo que quiero. Y entonces sacó su vieja cámara. Irina les enseñó la fotografía que siempre llevaba consigo, ella delante de una tienda de deportes a la que Luka llamaba la tienda de la felicidad , porque siempre salía contento de ella. Todo había cambiado. Allí, en la fotografía, posaba como la orgullosa madre del futbolista que era. Ahora estaban en España. Era Nochebuena y los ojos le temblaban. Sus nuevos amigos se miraron y se apresuraron a cogerle la mano, en un vano intento de aliviar su soledad. Irina se recompuso como pudo y les dijo: Todo va a mejorar . No os preocupéis. Salvo mi corazón, todo está bien .
Felices fiestas llenas de paz, libros y lecturas.

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Muchas gracias, Inma, y sí, yo también me las quiero leer todas